Justo después de que entrara a gobernar la primera mujer en Chile, en un momento en que se especulaba con lo que vendría en un nuevo periodo gubernamental. En medio de este ambiente se generó un movimiento estudiantil con mayor adhesión del cual se tenga recuerdo.
A contar de mayo del año 2006 salieron a la calle más de cien mil estudiantes secundarios con el desafío de lograr un cambio en la educación chilena. La derogación definitiva de
El 30 de mayo de ese año el movimiento alcanzó su más alto nivel de adhesión, que llegó a integrar a mas de 600 mil estudiantes, ya no solo secundarios, sino que en esta marcha se integraron estudiantes de educación superior, además de la incorporación de estudiantes de establecimientos privados. Se intensificaron las tomas, las marchas cada vez fueron más imponentes, se generaron graves conflictos con Carabineros, quienes muchas veces se vieron sobrepasados ante la constante arremetida de los estudiantes.
El 1 de junio
El movimiento logró la adhesión de muchos sectores, y contó con el total apoyo popular, pero a contar del 3 de junio de este año el movimiento comenzó a decaer, los estudiantes que lideraron las movilizaciones estudiantiles más masivas a lo largo de la historia de Chile protagonizaron un serie de discusiones dentro del mismo movimiento, muchos de los estudiantes hablan de una politización del movimiento, que en su momento hubo conversaciones paralelas entre los representantes de los colegios más emblemáticos de la capital y miembros del gobierno para que depusieran las tomas y así el movimiento se separara. Lo concreto es que a contar de esa fecha el movimiento decayó, a pesar de que las movilizaciones continuasen hasta el mes de septiembre, pero ya sin la misma convocatoria y sin el mismo apoyo popular que al principio.
Al fin y al cabo este movimiento dejo marcas inolvidables para los estudiantes que participaron en ellas, para el gobierno, y para todos los chilenos que vieron como los jóvenes de esta sociedad salían a pelear por lo que consideraban correcto, por una educación más justa y de calidad, y con secuelas que se ven hasta hoy cuando movimientos estudiantiles, aunque con menos convocatoria, han salido nuevamente a las calles, a golpear la mesa, ahora en contra de la controversial Ley General de Educación (LGE).
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